domingo, 15 de octubre de 2017

Romanticismo y Románticos –II– Lord Byron


Byron – Hugo – Espronceda – Scott – Chateaubriand – Zorrilla

Lord Byron. Grabado coloreado, 1873

George Gordon, VI Barón de Byron. Nacido en Londres, el 22 de enero de 1788, murió en Missolonghi, Grecia, el 19 de abril de 1824, a los 36 años.

Es uno de los principales representantes –quizás uno de los mejores-, del movimiento romántico, cuyo gran talento poético, sorprendente personalidad, atractivo físico y los escándalos que protagonizaba, lo convirtieron en una figura célebre en su vida, y en un modelo de género literario, después.

Byron era hijo de un marino llamado John Byron, pero apodado Mad Jackel Loco– y de su segunda esposa, lady Catherine Gordon. Su abuelo, John Byron al que también se conocía por su apodo, Foulweather, es decir, Mal Tiempo –o quizás, Tormentoso–, había sido vicealmirante, y ostentaba un largo historial de navegación por todos los mares.

El padre falleció en 1791 en Francia, donde había buscado refugio, huyendo de los acreedores, tras haber despilfarrado, se dice, la fortuna de sus dos esposas -y, según se dice también, a causa del terrible carácter de la segunda–. Al parecer, George –el futuro poeta, que a la muerte del padre, sólo tenía 3 años–, heredó las virtudes de sus progenitores.

Había nacido con una deformación en el pie derecho, que con tesón, ejercicio y mucho esfuerzo, logró, no sólo disimular, sino que la convirtió en una forma diferente de andar, como si se tratara de una más de sus excentricidades. No obstante, en el famoso retrato que Joseph Denis Odevare, realizó del poeta en su lecho de muerte, se preocupó de cubrir discretamente aquel pie con el mismo lienzo que dejaba al descubierto la mayor parte de su cuerpo.

Catherine Gordon, madre de lord Byron, por Thomas Stewardson

Aseguraba Byron que la relación con su madre durante la infancia, se desarrolló a partes iguales, entre besos y golpes; Catherine le llamaba cojo bribón, y él se vengaba llamándola vieja viuda, a pesar de lo cual, siempre dijo que nadie le había comprendido como ella.

A los 9 años, viviendo en Aberdeen, la señora Gordon le puso una institutriz a la que llamaban Mary Gray, una devota calvinista, que le introdujo en la lectura y la comprensión de la Biblia, y le inició en las prácticas sexuales. Al parecer, el poeta aseguraba que aquella relación le ayudó a madurar y que constituía para él un buen recuerdo.

En Aberdeen continuó después sus estudios, hasta que, al morir su tío abuelo, conocido como El Villano, fue reclamado a Inglaterra, donde heredó el título de Barón de Byron, pasando a formar parte de la aristocracia. Por la misma razón, la extravagante familia compuesta por él, su madre y Mary Gray pasó a residir a la también heredada Newstead Abbey, que a pesar de estar cubierta de deudas y muy derruida por el abandono, constituyó para el ya Lord Byron, la residencia preferida y su estancia allí, se convirtió en parte de los mejores recuerdos de su vida. El lugar le dejó también la nostalgia del amor frustrado por su prima Mary Duff, quien le rechazó a causa de su corta edad, provocándole la profunda tristeza, que inspiró sus primeros versos. 

La mansión de Newstead Abbey, antigua casa solariega de los Byron. 
En: Morris’s seats of noblemen and gentlemen, 1880. (Bibl. Virtual Andalucía)

Para guía y ejemplo le sirvió asimismo, la vida de otro fallecido tío abuelo, un ser brutal, que, además de haber matado a un hombre en duelo, intentó, en otra ocasión, ahogar a su mujer en un lago, tras una discusión.

Ingresó Byron poco después en un colegio en Dulwich, donde aprendió poco, ya que su madre reclamaba continuamente su presencia, pero sí nació allí su afición por la lectura, a partir del hallazgo de Las Mil y Una Noches. Finalmente, pudo completar los primeros estudios, gracias a una pequeña pensión que la Corona concedió a su madre.

A los 15 años sufrió otra seria tragedia amorosa, a causa del fallecimiento de su prima Margarett Parker, de la que también estuvo locamente enamorado.

A los 17 ingresó en Cambridge. Ya tenía edad y posición para llevar a cabo excentricidades más importantes que las que solía; gastaba mucho dinero, vestía de forma extremadamente cara y muy llamativa y encadenaba amores inmortales.

Como en el internado en el que residía, no se permitían perros ni gatos, para no desobedecer, tuvo un mono como mascota. Con todo, era un buen estudiante y tenía gran capacidad para hacer amigos. Aprendió también boxeo y esgrima, disciplinas fundamentales, inherentes a la élite social de la que formaba parte.

Cuando se acabaron las rentas de la Corona, abandonó el centro y se fue a vivir a Picadilly, en Londres, en compañía de una prostituta, aunque la aventura fue breve, porque no podía sostenerla económicamente, viéndose obligado a volver junto a su madre, lo que dio paso a un período tranquilo durante el cual escribió el poemario titulado Composiciones Fugaces, que editó con la ayuda de una amiga llamada Elisabeth Pigot, aunque, sin que se sepa muy bien por qué, el párroco de su zona, arrojó todos los ejemplares al fuego sin contemplaciones.

En 1807, ya con 19 años, publicó, con cierto éxito, Horas de Ocio, en la revista Edinburgh Review, y tras pasar un breve período por la Cámara de los Lores, viajó durante dos años, visitando una España inmersa en la Guerra de la Independencia, donde se entrevistó con el General Castaños. Pasó después a Portugal, y finalmente viajó a Albania, Malta y Grecia, donde llevó a cabo la aventura de atravesar a nado el Estrecho de Dardanelos en compañía de un amigo.

Durante aquella estancia, escribió su célebre Maldición de Minerva, criticando ásperamente las exacciones llevadas a cabo por Lord Elgin entre las esculturas del Partenón de la Acrópolis de Atenas. 

Cabe destacar que durante la breve estancia subsiguiente, en Turquía, se propuso, sin éxito, encontrar los restos de la ciudad de Troya; un hallazgo que estaba destinado a Heinrich  Schliemann. Tal empeño que no le impidió disfrutar de algunas aventuras amorosas, inevitables, pero sin continuidad.

En 1811, cuando tenía 23 años, murió su madre y, poco después, dos de sus mejores amigos. La idea de la muerte llegó a obsesionarle, pero pronto encontró consuelo, al enamorarse de Augusta Leigh, su medio hermana, que además, estaba casada. La primavera siguiente, Augusta tuvo una niña, a la que llamó Medora, de la cual siempre se creyó, que, en realidad, era hija de Byron.

George Gordon Byron, VI Baron Byron, por Richard Westall

En 1812 se publicaron los dos primeros Cantos de su Childe Harold's PilgrimageEl Peregrinaje de Childe Harold –sobre los recuerdos y vivencias de su viaje europeo–, que le lanzaron inmediatamente a la fama. Me levanté una mañana –escribió- y me encontré convertido en un hombre célebre.

Extracto del Prólogo de su primer traductor, Don M. de la Peña. N. York, 1864

Quedaba así configurado para las generaciones siguientes, el modelo literario llamado Héroe de Byron, del que ya hemos hablado.

Por aquella época conoció a Thomas Moore,  que sería su biógrafo, autor de: Life of Lord Byron, with his letters and journals.- Vida de Lord Byron, con sus Cartas y Diarios.


Tuvo un clamoroso romance con Lady Caroline Lamb, la esposa de William Lamb, 2nd Viscount Melbourne:

Lady Caroline Lamb, hacia 1805, de Thomas Lawrence

Se ganó la animadversión de parte de la nobleza de su entorno, a causa de su soltura a la hora de criticar públicamente sus opiniones, distinguiéndose entre ellos el famoso duque de Wellington, y recibió sonoros insultos en la Cámara por defender a los católicos en contra de los asistentes, pero aquellas reacciones, lejos de preocuparle, parecían satisfacerle, pues no se frenaba en provocarlas.

A los 27 decidió casarse con Anna Isabella Noel, de 23, a la que no dudó en augurar la breve duración de aquel matrimonio, que probablemente celebró, en pro de una imposición social, sin gran interés personal ni afectivo.

Anna Isabella Byron en 1812 por Charles Hayter. NPG

No obstante, tuvieron una hija, Augusta Ada, finalmente, la única descendiente legítima del poeta. Con el tiempo, Ada pasaría a la Historia como una de las primeras, si no la primera matemática, investigadora-creadora de la computación –conocida por el nombre de Ada Lovelace-. 

Ada Lovelace, de Margaret Sarah Carpenter. Government Art Collection

Posiblemente no fueran del todo falsas las habladurías acerca de la continuidad de la relación con su medio hermana Augusta; las de que escribía poemas críticos que no sonaban muy patrióticos; las que le atribuían la práctica de relaciones homosexuales y las que empezaban a sonar acerca de su cordura, todo lo cual, había llevado a su esposa a abandonarlo al poco tiempo de nacer la hija, pues como estaba previsto, el matrimonio no duró ni un año. En cuanto a él, en 1816, tomó la decisión de abandonar Inglaterra para siempre.

Empezó por visitar Waterloo, muy cerca de Bruselas, donde apenas un año antes, su antiguo colega Wellington, comandando las tropas de la Alianza había infligido una sonada, aunque Pírrrica derrota al Napoleón de Los Cien Días.

Después se instaló en Suiza, cerca del Lago de Berna, junto con Percy y Mary Shelley, además de su médico, Polidory, que también escribía. Fue allí, donde una noche se propusieron escribir cada uno un relato fantástico de terror, circunstancia que dio lugar a la creación del celebérrimo personaje Frankenstein, por parte de Mary, así como a la aparición del Vampiro, de Polidory.


Retratos de: Mary Shelley, de Richard Rothwell, y 
Percy Bysshe Shelley, de Alfred Clint (1819). NPG

John William Polidori, de F. G. Gainsford, c. 1816.NPG

Desde 1817 hasta 1822 estuvo viajando por Italia. En 1821 participó en la revuelta de los Carbonarios en Rávena y se enroló en los movimientos contra el Papa y contra los Austria, publicando por esa época su obra crítica, La profecía de Dante.

Pasó algún tiempo en Venecia, donde después dijo haber mantenido relaciones con cientos de mujeres, entre ellas, la condesa Teresa Guiccioli, separada de su anciano marido. Sobre este caso, escribió Edgar Allan Poe, en 1834, La Cita, un relato gótico.

Le impresionó profundamente la lectura de Fausto, de Goethe, al que profesaba gran admiración y con quien mantuvo correspondencia. Byron compuso el Manfredo, en 1821, bajo la influencia de aquella obra. Goethe, por su parte, escribió, mostrando su personal reconocimiento, que Byron era «el poeta del presente». Después estuvo a punto de ir a combatir por la independencia de Venezuela, movido por su admiración hacia la figura de Simón Bolívar.

En abril de 1822 murió su hija Allegra, habida con Claire Clairmont, la medio hermana de Mary Shelley, cuando sólo tenía cinco años y a la que profesaba gran cariño. 

Clara Allegra (1817–1822).

Aquel mismo verano, perdió también a su amigo Shelley, que murió ahogado en Italia, cuando ambos volvían de navegar. 

Habiendo sido designado en marzo de 1823, miembro del Comité de Londres para la Independencia de Grecia -entonces sometida al Imperio Otomano-, se embarcó el año siguiente. 

Allí escribió su última composición A mis treinta y seis años

Se le asignó un regimiento a sus expensas, y se puso en contacto con los rebeldes Suliotas de Épiro –cuyas esposas e hijos protagonizaron, ante la llegada de los turcos, un trágico sacrificio similar al de Numancia-. Byron fue recibido como un héroe.

Lord Byron con vestimenta albanesa. Thomas Phillips, c. 1813. NPG, Londres

Planeaba una estrategia con el también héroe griego-fanariota, Alexandros Mavrokordatos, cuando, el día 10 de abril, sufrió un terrible ataque de epilepsia, que no pudo superar. Falleció el 19 de abril de 1824 en Missolonghi.

Byron en su lecho de muerte. Retrato de Joseph-Denis Odevaere, realizado en 1826. Groeninge Museum, Brujas.

• • •

En este día se cumple mi año XXXVI

Ya es hora de que el corazón se calme, puesto que ya no apasiona a nadie.
Sin embargo, aunque ya no sea amado, Deja que yo siga amando.

El fuego que arde en mi interior es solitario, como una isla volcánica;
ni una antorcha fulgura como su llama; es como una pira funeraria.

La esperanza, el temor, el celoso cuidado, la elevada porción de mi tristeza,
y el poder del amor, no puedo compartirlos, aunque todavía arrastro su cadena.

Pero no ha de ser así –y no es aquí–, donde tales pensamientos deben agitar mi alma, ni debe ser ahora,
cuando la gloria cubre el ataúd del héroe, o inclina su frente ante él.

La espada, el escudo y el campo de batalla, ¡Grecia y la Gloria me rodean!
El Espartano llevado sobre su escudo, no era más libre.

¡Despierta! (No tú, Grecia, que ya velas). ¡Despierta, espíritu mío, piensa de dónde
procede la sangre de vida que late en tus venas y sé digno de tu origen!

Aplasta esas pasiones que renacen, indignas de tu hombría –para ti
han de ser indiferentes, la sonrisa o el desprecio de la belleza.

Si lamentas tu juventud, ¿Por qué vivir? La tierra para una muerte honorable
está aquí: ve al campo de batalla y exhala allí tu aliento.

Busca –muchos lo encuentran sin buscarlo–, en la tumba de un soldado, lo mejor de ti mismo; luego mira a tu alrededor, elige un sitio y descansa.


Lord Byron murió exactamente tres meses después de escribir la carta que contenía estos versos, fechada en Missolonghi, el 19 de enero de 1824

Vimos –dice el conde Gamba–, tanto por aquellos versos, como por sus conversaciones habituales, que su ambición y sus esperanzas, estaban irrevocablemente fundadas en el glorioso objetivo de su expedición en Grecia, y que había resuelto “volver vencedor, o no volver más”. Frecuentemente me decía, “los demás pueden hacer lo que les plazca –pueden marcharse–. pero yo me quedo, esto es seguro.

La misma determinación se expresaba en las cartas que escribía a sus amigos y tal resolución, no dejaba de mostrar un presentimiento muy natural, de que dejaría su vida en Grecia.

Un día preguntó a su fiel servidor Tita, si pensaba en volver a Italia:
–Sí, dijo Tita, si su señoría va, yo también. 
Lord Byron sonrió y dijo:
–No, Tita, yo nunca saldré de Grecia; los turcos, los griegos, o el clima, me lo impedirán.
(Th. Moore)
• • •

Ya en vida contó Lord Byron con la admiración y el aprecio de grandes autores como Goethe, Lamartine o Potocki, pero también dejó profunda huella en otras figuras de generaciones posteriores, como Poe, Lermontov, Pushkin, Hugo, Dumas, etc.

Siempre apoyó a pobres, desheredados, marginados u oprimidos, lo que no constituye una imagen reomántica, sino que lo demostró a lo largo de su existencia.

Fue asimismo un gran amante de los animales, siendo célebre entre ellos, su perro Boatswain, al que dedicó un epitafio en el que se puede leer que era: bello sin vanidad; fuerte sin insolencia; valiente sin ferocidad, poseyendo todas las virtudes de los humanos, sin sus vicios.


• • •


En 1822 Byron escribió Byron  The Vision of Judgment –La Visión del Juicio– una pieza satírica que aparecía firmada como “Quevedo Redivivo”. Se refiere a una parte de Los Sueños, escritos por Quevedo entre 1605 y 1622, mostrando con ello no sólo su evidente admiración por el gran genio español, sino que, además obtuvo con ello un extraordinario éxito.


• • •


Emilio Castelar publicó, en 1873 La Vida de Lord Byron


Gaspar Núñez de Arce, en 1879 creó un poema titulado 
Última lamentación de Lord Byron.


Medallón con un retrato de Lord Byron. Bodelian Libray, Univesrsity of Oxford.
• • •

Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos.
Johann Wolfgang von Goethe

• • •

No hay comentarios:

Publicar un comentario