sábado, 30 de noviembre de 2013

Dondequiera que vaya, Grecia me duele. Giorgos Seferis -Όπου και να ταξιδέψω η Ελλάδα με πληγώνει. Γιώργος Σεφέρης

La familia Seferis; Giorgos, posiblemente a la izquierda del padre, en Urla, la ciudad de la que procedía la madre. Pasaban el invierno en Esmirna y el verano en Urla.

La misma casa en la actualidad.

Giorgos Seferis nació en Esmirna –solar homérico por excelencia–, precisamente, el 29 de febrero de 1900, una característica, con la que el poeta solía bromear, diciendo que solo cumplía un año cada cuatro, a la que se unió otra, por la que perdió unos días más, cuando en 1923 Grecia adoptó finalmente el Calendario Gregoriano, pasando a ser su fecha de nacimiento el 13 de marzo.

Aunque el nuevo calendario se había impuesto en parte de la Europa católica desde 1582, en aplicación de la Reforma propuesta en el Concilio de Trento, que Gregorio XIII puso en marcha, tardó años en ser aceptada en el resto de mundo.

Desde el cómputo establecido en el Concilio de Nicea en 325 –tomando la Pascua como referencia–, a lo largo de 1257 años se había producido un desfase de 11 minutos anuales, lo que, para 1582 había acumulado alrededor de 10 días de retraso, que se subsanaron eliminándolos, de modo que, como sabemos, el día que siguió al 4 de octubre de aquel año, no fue el 5 sino el 15, en Italia, Portugal y España. Otros países lo fueron adoptando paulatinamente, siendo Grecia el último en hacerlo, en 1923; para entonces, el día siguiente del 15 de febrero, se convirtió en el 1º de marzo y, en consecuencia, la fecha de nacimiento de Seferis, pasó a ser el 13 de marzo.


Μυθιστόρημα –Mizistórima (*) 

Ε´–5
Δὲν τοὺς γνωρίσαμε ἦταν ἡ ἐλπίδα στὸ βάθος ποὺ ἔλεγε…

Nunca los conocimos; en el fondo, era la esperanza la que hablaba
y decía que los habíamos conocido en la infancia.
Los vimos dos veces, quizá, y luego volvieron a sus naves,
cargadas de carbón, cargadas de cereales, y nuestros amigos
desaparecieron por detrás del océano, para siempre.

El amanecer nos encontraba junto a la lámpara cansada
dibujando torpemente y con gran esfuerzo, en un papel,
naves, sirenas y caracolas,
al atardecer bajábamos al río
para que nos mostrara el camino del mar,
y pasábamos la noche en grutas que olían a brea.

Nuestros amigos se fueron; igual nunca los vimos, igual
los encontramos, cuando aún el sueño
nos mantenía muy cerca de la ola que respiraba,
igual los buscamos porque buscábamos otra vida,
más allá de las estatuas.

(*) Mizistórima es una palabra compuesta por Mito e Historia –en el sentido de relato-; fácil de comprender, pero sin equivalente en castellano. Elegí este título –escribió Seferis– en razón de sus dos componentes: Mito, porque decididamente me inspiré en una mitología precisa; Historia, porque traté de expresar con cierta continuidad, una situación tan ajena a mí, como los personajes de una novela.

Θ´–9
Εἶναι παλιὸ τὸ λιμάνι, δὲν μπορῶ πιὰ νὰ περιμένω…

El puerto está viejo, no puedo esperar más
ni al amigo que se fue a la isla de los pinos
ni al amigo que se fue a la isla de los plátanos
ni al amigo que se fue al mar abierto.

Acaricio los cañones oxidados, acaricio los remos
para que reviva mi cuerpo y decida.
Las velas ya solo conservan el olor
de la sal de otras tempestades.

Como quería estar sólo, busqué
la soledad, no busqué esta espera
este despedazamiento de mi alma en el horizonte
estas líneas, estos colores, este silencio.

Las estrellas de la noche me devuelven a la espera
de Ulises, por los muertos entre los asfódelos. (*)
Cuando anclamos aquí, entre los asfódelos, queríamos encontrar
los valles que vieron a Adonis herido.

(*) Gracias a sus profundas raíces, los asfódelos permiten que los muertos se comuniquen desde el inframundo, con los vivos, usando el lenguaje de las flores.


Ι´–10
Ὁ τόπος μας εἶναι κλειστός, ὅλο βουνὰ…

Nuestra tierra está cerrada, todo es montañas
que tienen por techo un cielo bajo, día y noche
No tenemos ríos no tenemos pozos no tenemos manantiales,
sólo algunas cisternas, también vacías, que resuenan y que veneramos.
Un sonido estancado y hueco, igual que nuestra soledad
igual que nuestro amor, igual que nuestro cuerpo.
Nos parece extraño que una vez pudiéramos construir 
nuestras casas, cabañas y rediles.
y nuestros matrimonios con sus coronas frescas y sus anillos
se han convertido en un enigma inexplicable para nuestras almas
¿Cómo nacieron y cómo pudieron crecer nuestros hijos?

Nuestra tierra está cerrada. La cierran
dos negras Simplégades.(*) En los puertos
el domingo, cuando bajamos a tomar el aire
vemos brillar al sol poniente
los destrozados restos de los viajes que nunca terminaron,
los cuerpos que ya no saben cómo amar.

(*) Las Simplégades, eran dos rocas a la deriva, que chocaban entre sí y se separaban según les parecía, destrozando las naves que se encontraran entre ellas. Los Argonautas lograron salvarlas gracias al consejo de Eufemo, que soltó entre ellas una paloma, para calcular el tiempo que tardaban en chocar; la paloma sólo perdió algunas plumas de la cola. Después remaron con todas sus energías para pasar en el mismo tiempo que la paloma y, a su vez, solo recibieron pequeños daños. A partir de entonces, las Simplégades se quedaron quietas. Se dice que están en el Bósforo.

ΙΕ´-15
Ὁ ὕπνος σὲ τύλιξε, σὰν ἕνα δέντρο, μὲ πράσινα φύλλα,

El sueño te envolvió, como un árbol, entre hojas verdes, 
respirabas, como un árbol, en una luz sosegada,
en el claro manantial vi tu imagen
con los párpados cerrados, las pestañas arañando el agua.
Mis dedos, entre la hierba tierna, encontraron los tuyos,
sentí tu latido un instante
y sentí, también, el dolor de tu alma.

Bajo el plátano, cerca del agua, entre los laureles
el sueño te desplazaba y te convertía en partículas
a mi alrededor, a mi lado, sin que pudiera tocarte entera
unida a tu silencio;
viendo tu sombra crecer y reducirse,
perderse entre otras sombras, en otro mundo 
que te abandonaba y te envolvía otra vez.

La vida que nos dieron para vivir, la vivimos.
Ten piedad de los que esperan con tanta paciencia
perdidos entre los negros laureles bajo el peso de los plátanos,

y de los solitarios que hablan a los aljibes y a los pozos
y naufragan en las ondas de sus voces.
Ten piedad del compañero que compartió nuestras privaciones y penas
y se perdió en el sol como un cuervo al otro lado de los mármoles derruidos
sin esperar la gracia de una recompensa.

Danos, además del sueño, la serenidad.

ΙΖ´-17
Ἀστυάναξ -Astiánax
Τώρα ποὺ θὰ φύγεις πάρε μαζί σου καὶ τὸ παιδὶ

Ahora que te vas, lleva contigo al niño
que vio la luz bajo aquel plátano
un día en que resonaron las trompetas y destellaron las armas,
y los caballos sudorosos se inclinaban para rozar
la verde superficie del agua
con sus húmedas narices.

Los olivos con las arrugas de nuestros mayores
las rocas con la sabiduría de nuestros padres
y la sangre de nuestro hermano viva en la tierra
era una alegría poderosa, una valiosa norma
para las almas que sabían sus oraciones.

Ahora que te vas, ahora que amanece el día
de la recompensa, ahora que nadie sabe
a quién matará y cómo acabará,
lleva contigo al niño que vio la luz
bajo las hojas de aquel plátano
y enséñale el nombre de los árboles.

ΙΘ´-19
Κι ἂν ὁ ἀγέρας φυσᾶ δὲ μᾶς δροσίζει

Aunque el viento sople no nos refresca
la sombra se alarga bajo los cipreses
y todo alrededor las quebradas laderas de las montañas.

Nos pesan
los amigos que ya no saben cómo morir.



ΚΒ´-22
Γιατί περάσαν τόσα καὶ τόσα μπροστὰ στὰ μάτια μας

Porque pasaron tantísimas cosas ante nuestros ojos
los ojos mismos no veían nada, sino más lejos
detrás de la memoria, como esa tela blanca, una noche en un cercado
donde tuvimos visiones extrañas, más que tú misma,
que surgían y desaparecían entre las hojas quietas de un lentisco;
porque conocíamos muy bien este destino nuestro
errante, entre piedras despedazadas, tres o seis mil años,
buscando entre edificios destruidos que igual fueron nuestra propia casa
intentando recordar aniversarios y actos heroicos
¿podremos?
porque fuimos atados y luego separados
y superamos obstáculos inexistentes -decían,
y, perdidos, volvimos a encontrar un camino lleno de ciegos regimientos
naufragando en los pantanos y en el lago de Maratón,

¿No podríamos morir normalmente?

ΚΓ´-23
Λίγο ἀκόμα

Un poco más
y veremos florecer los almendros
los mármoles brillar al sol
y el mar en oleaje

Un poco más
para que ascendamos un poco más alto.

ΚΔ´-24
Ἐδῶ τελειώνουν τὰ ἔργα τῆς θάλασσας, τὰ ἔργα τῆς ἀγάπης.

Aquí terminan las obras del mar, las obras el amor.
Los que un día vivan aquí donde nosotros terminamos
si oscurece su memoria la sangre y se desborda
que no nos olviden, almas débiles, entre los asfódelos
que vuelvan hacia el Erebo (*) la cara de las víctimas:

Nosotros, que no teníamos nada, les enseñaremos la paz.

Δεκέμβρης –Diciembre, 1933-1934

(*) Lugar de sombras donde los muertos esperan su juicio para poder avanzar al otro mundo.
***

Seferis nació en una familia acomodada –su padre era abogado, profesor de Universidad, y reconocido traductor de Byron–. Cuando Esmirna pasó al dominio turco, se trasladaron a Atenas y después a París, donde el padre ejerció como abogado. Seferis llegó a París en el 1918, y allí estudio Derecho y Literatura en La Sorbonne hasta 1924, tras lo cual, viajó a Londres con el objetivo de perfeccionar su inglés. Muy pronto ingresó en el Cuerpo Diplomático; un mundo de viajes por naturaleza, que, en ocasiones, como ocurrió a tantos griegos, se transformó en el árido camino del exilio.

Seferis con Μαρία Ζάννου

El 10 de abril de 1941 se casó con Μαρία Ζάννου -María Zannos y, con ella, dos semanas después de la boda, abandonó Grecia acompañando a la princesa heredera, Federica con sus hijos Sofía y Constantino, con los que, sucesivamente pasó por Janiá, en Creta, -Χανιά, Κρήτη, Egipto, Sudáfrica e Italia.

En marzo de 1943, pronunció sendas conferencias sobre los poetas Palamás y Makrigiannis – Παλαμά y Μακρυγιάννη en Alejandría y El Cairo, a las que asistieron algunos oyentes que informaron al gobierno griego, entonces encabezado por Giorgos Papandreu, –abril 44– que había expresado ideas poco convenientes, a pesar de lo cual, fue mantenido en su destino oficial.

Terminada la guerra, Seferis volvió al camino, en esta ocasión, a Oriente Próximo, residiendo en Líbano, Siria, Jordania e Irak… pero cuando en el otoño del 45 se planteó de nuevo la cuestión de Chipre con respecto a Grecia, Seferis intervino dando su opinión y, parece que el espinoso asunto, afectó a su promoción profesional.

                                                 Fotografías tomadas por el poeta:

Istambul -Constantinopla, 1950 

Éfeso, 1950

Jordania 1953.

Krak de los Caballeros, Siria. 1954

En 1947, en plena guerra civil, recibía el premio Palamás y, a finales de 1950 volvió a Atenas, donde, un año después fue nombrado Consejero de la Embajada Griega en Londres, donde mantuvo sus planteamientos con respecto a la presencia británica en Chipre. No obstante, terminó siendo nombrado embajador, aunque provocando cierto rechazo: El Ministro británico de Asuntos Exteriores, dijo claramente: el cambio de embajador, es más bien poco grato para nosotros, algo no demasiado expresivo si lo comparamos con lo dicho por otro Secretario de Estado: El Señor Seferiadis nos resulta bastante molesto…

En el otoño de 1960 conoció a Mikis Theodorakis –Μίκη Θεοδωράκη, en Londres, quien compuso un oratorio sobre su poema Επιφάνεια –Epifánia; Superficie. Aquel encuentro marcó un hito, porque a partir de entonces, la poesía de Seferis, pasó al conjunto del alma helénica a través de la música. 

En junio fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Cambridge y, finalmente, en el verano del 62, abandonó la embajada en Londres.

***

Επιφάνεια 1937 / Epifánia
Τ' ανθισμένο πέλαγο και τα βουνά στη χάση του φεγγαριού

El mar florecido y las montañas en la luna nueva
la piedra grande cerca de las higueras y los asfódelos
el jarro que no quiere secarse al final del día
y la cama cerrada junto a los cipreses y tu pelo
dorado -las estrellas del Cisne y esa estrella, Aldebarán.

Me abracé a la vida
me abracé a la vida viajando 
entre árboles amarillos inclinados bajo la lluvia
en silenciosas pendientes cubiertas de hojas de haya
ninguna luz  en su cumbre –anochece.

Me abracé a la vida - en una línea de tu mano izquierda 
en un pliegue de tu rodilla, quizás aparezcan 
en la arena del verano pasado, quizás 
permanezcan allí donde sopló el viento del norte igual 
que oigo la extraña voz en torno al lago helado.

Los rostros que veo no preguntan, tampoco la mujer
que camina inclinada, amamantando al hijo.

Asciendo a las montañas -barrancos oscuros -al campo nevado; 
hasta el final el campo nevado, no preguntan nada
ni el tiempo detenido en mudos ermitaños 
ni las manos que se extienden para pedir, ni los caminos.

Me abracé a la vida, susurrada en el silencio interminable,
no sé qué más decir, ni reflejar -susurros 
como el hálito del ciprés aquella noche
como la humana voz del mar anochecido en las piedras 
como el recuerdo de tu voz diciendo "felicidad".

Cierro los ojos buscando el secreto encuentro del agua
bajo el hielo, la sonrisa del mar, los pozos cerrados
tanteando con mis venas esas venas que me rehúyen
allí donde terminan las flores del agua, y este hombre
que camina ciego sobre la nieve del silencio

Me abracé a la vida, a tu lado, buscando el agua que te roza
pesadas gotas sobre las hojas verdes, sobre tu cara,
en el jardin vacío, gotas en el aljibe inmóvil
encuentran un cisne muerto entre sus blancas alas 
árboles vivos y tus ojos atentos.

Este camino no termina, no cambia, mientras buscas
recordar tus años infantiles, aquellos que se fueron, aquellos
que se perdieron en su sueño -en tumbas marinas
mientras buscas los cuerpos que amaste inclinados
bajo las fuertes ramas de los plátanos, allí
donde quedó un rayo del sol desnudo
y saltó un perro y tu corazón batió las alas,
el camino no cambia –me abracé a la vida.

La nieve y el agua helada en las huellas de los caballos.

Suecia, 1963

En 1963 recibe el Premio Nobel de Literatura, -Por su obra eminentemente lírica, inspirada por un profundo amor al mundo y a la cultura helénica-.

En este momento siento que hay una contradicción en mí. Quería honrar a mi lengua, y sin embargo, debo expresar mi agradecimiento en un idioma extranjero. (*) 

Pertenezco a un país pequeño. Un promontorio rocoso en el Mediterráneo, que no tiene otro bien, a pesar de la lucha de su pueblo, que el mar, la luz del sol y la lengua griega, que nunca dejó de ser hablada. 

Otra característica de nuestra tradición es el amor a la humanidad, cuya norma es la justicia. En la tragedia antigua, el hombre que traspasa la norma debe ser castigado por las Furias.

La poesía tiene sus raíces en la respiración humana.

Recordemos a Shelley, a quien consideramos el inspirador de Alfred Nobel; este hombre fue capaz de redimir la violencia inevitable con la grandeza de su corazón. Tenemos que mirar al hombre, dondequiera que esté. 

Cuando, en el camino hacia Tebas, Edipo encontró a la Esfinge y esta le planteó el enigma, la respuesta fue, el hombre. Esta simple palabra destruyó al monstruo. 

Tenemos muchos monstruos que destruir. Reflexionemos, pues, sobre la respuesta de Edipo.

(*) Pronunció su discurso en francés.

***

A finales de los años sesenta, los Coroneles asumían el poder en Grecia. Seferis hizo público su rechazo por la abolición de la Constitución y la supresión de las libertades civiles–, y volvió a partir; esta vez, refugiándose en la vieja, gloriosa historia del pueblo helénico; una historia de grandes poetas, de los cuales, él mismo ya formaba parte. 

El 28 de marzo de 1969 habló sobre la Junta a través de la BBC para Francia y Alemania. Le costó la destitución como Embajador y la retirada del pasaporte diplomático, porque a juicio del coronel Pipinellis –componente de la Junta, con Zoitakis, Patakos y Papadopulos-, había hecho propaganda antinacional en una emisora comunista.

28 de marzo de 1969

Hace mucho tiempo que tomé la decisión de mantenerme fuera de la política de mi país. Como he tratado de explicar en otras ocasiones, esto no significa en absoluto que sea indiferente a nuestra vida política. Desde aquel momento, hasta ahora, me he abstenido, por regla general, de tratar sobre asuntos de ese tipo. Además, todo lo que he publicado hasta el comienzo de 1967 y mi postura a partir de entonces (no he publicado nada en Grecia ya que allí la libertad está amordazada) han demostrado con suficiente claridad, creo, mi forma de pensar.

Sin embargo, desde hace meses he sentido, dentro de mí y a mi alrededor, con creciente intensidad, la obligación de hablar sobre nuestra situación actual. Con la mayor brevedad posible, esto es lo que quiero decir:

Han pasado casi dos años desde que se nos impuso este régimen completamente hostil a los ideales por los que nuestro mundo –y nuestro pueblo de forma tan brillante– lucharon durante la última Guerra Mundial.

Es un estado de letargo forzado en el que todos los valores intelectuales que hemos conseguido mantener con vida, con lucha y trabajo, están a punto de hundirse en cenagosas aguas estancadas, pero, por desgracia, este no es el único peligro de que se trata.

Todo el mundo ha aprendido y sabe ahora que en los regímenes dictatoriales el principio puede parecer fácil, pero la tragedia espera, inevitablemente, al final. El drama de este final nos atormenta, consciente e inconscientemente –como en los imperecederos coros de Esquilo. Cuanto más tiempo persista esta anomalía, más grandes serán los daños.

Soy un hombre sin ningún tipo de afiliación política, y por lo tanto puedo hablar sin temor ni apasionamiento. Veo ante mí el precipicio hacia el que nos está llevando la opresión que ha envuelto a mi país. Esta anomalía debe acabar. Es un imperativo nacional.

Ahora vuelvo al silencio. Ruego a Dios que no me vea obligado a hablar de nuevo, por una causa similar.
***

Seferis no vivió el fin de la Junta Militar, que se mantuvo hasta el 24 de julio de 1974, pero su entierro, en septiembre de 1971, fue una auténtica demostración de duelo y reivindicación. Su poema Άρνηση –Árnisi –Negación, de nuevo con música de Theodorakis –que en aquel momento estaba prohibida en Grecia-, se convirtió en un himno por el que todos los asistentes unieron su voz en los versos del poeta para reivindicar el restablecimiento del Estado de Derecho y de la Constitución.

Kοντά στο Σεφέρη όταν έφυγε / Junto a Seferis cuando se fue.

***
Antes de terminar, quiero destacar una hermosa e interesante coincidencia, que tal vez no lo es tanto, entre Seferis y Cervantes.

–Doquiera que estamos lloramos por España–

dice el morisco Ricote, en la pura –lengua– castellana, en el capítulo LIV de la Segunda Parte de El Ingenioso Caballero… 

-A partir de 1609, Felipe III ordenó la expulsión de todos los moriscos de la Monarquía Hispánica, teniendo la deferencia de trasladarlos por mar hasta el norte de África, donde fueron desembarcados sin más trámites, a su suerte. Una operación gigante y muy costosa, que afectó alrededor de 300.000 personas, –Bien sabes, como el pregón y bando que Su Majestad mandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros–, añadía Ricote. Una vez concluida la operación -transcribe el historiador Domínguez Ortiz-, el 25 de marzo de 1611, se celebró una misa de acción de gracias a la que asistió S.M. vestido de blanco, muy galán-. 

Dondequiera que vaya, Grecia me duele–, 
Όπου και να ταξιδέψω η Ελλάδα με πληγώνει.

escribió Giorgos Seferis en el poema Με τον τρόπο του Γ.Σ. –Al modo de G.S. en su poemario Τετράδιο Γυμνασμάτων –Cuaderno de ejercicios. 

El doloroso sentimiento del exilio es idéntico en cualquier época 
y en cualquier latitud.



4 comentarios:

  1. Mil gracias por esta página, le has dado gozo a mi corazón.

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    1. Gracias a ti, amigo. No podría esperar mejor recompensa que tus palabras. Clara.

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  2. Hermosa recopilación, muchas gracias.

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  3. Gracias a tí, Jane Lane, por hacérmelo saber. Clara

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