sábado, 3 de agosto de 2013

PARTENÓN II: LAS METOPAS


Metopa 1 lado Sur.

Si tuviéramos que atenernos a su presencia actual en el Partenón de la Acrópolis de Atenas, en este caso no podríamos hablar sino de La Metopa, es decir, de la única que continúa allí donde fue colocada originariamente, aunque también está dañada. Se encuentra en el lado Sur y forma parte de la Centauromaquia, que es la serie mejor conservada del conjunto. 

Los dibujos de J. Carrey proporcionan una base inestimable para emprender un breve análisis de esta importante parte de la riqueza artística del Partenón, que pervive a pesar de explosiones, saqueos y otras actividades protectoras. Sobre la base de estos diseños se suelen clasificar las piedras existentes.


Recordemos que las Metopas representan fragmentos de la Historia Mitológica, en realidad, la base de un sistema de creencias que indudablemente los niños conocían desde la infancia y que los adultos reconocían sin necesidad de explicaciones, las aceptaran o no como asuntos de carácter divino. 

Entonces las verían más o menos como aparecen en la imagen que sigue: revestidas de una capa de yeso muy pulida y pintadas, fundamentalmente, en rojo y azul.
Nashville

A juzgar por los dibujos de Carrey parece que las metopas se conservaban bien en 1674, aun cuando ya encontró muchas parcialmente destruidas, sobre todo las del lado norte, que atentaban contra el recato cristiano. Las del lado sur, por suerte, se preservaron porque no parecían representar el mismo peligro, de ellas se han conservado dieciocho, que conforman la muestra más representativa, o más bien, la única. Aun referidas todas al mismo evento, no forman una secuencia narrativa, ni en cuanto a la historia que relatan, ni en cuanto a su estilo y composición; algunas de las que aparecen juntas, no tienen relación entre sí. 


Metopas 2, 3 y 4 

La metopa 1 –la que sigue en su sitio– y que se atribuye al mismísimo Fidias por su soberbia ejecución, parece sin embargo, representar un estilo anterior al suyo, siendo incluso atribuible a Mirón, el genial creador del Discóbolo, cuya participación implicaría la presencia de una primera generación artística en el Partenón.

La metopa 2 es mucho más moderna y tiene mejor relieve, pero menor calidad artística que la número 1, de ahí que tampoco se pueda atribuir a Fidias, aunque sí a algún escultor joven de su escuela o taller, lo que nos lleva a pensar en la participación de dos generaciones más de artistas. En todo caso, la lucha entre Centauros y Lapitas, parece estar representada por una serie de escenas, a modo de instantáneas sin más correlación entre sí que el asunto al que se refieren.

Metopas 5-6-7-8 


Metopa 9 
Metopas 26-27-28

27: otro ángulo que enfatiza la calidad el relieve.


Metopa 29:El Centauro rapta a una de las invitadas.
     
Metopas: 30–31–32

La Centauromaquia fue una lucha a muerte entre hermanastros. El rey de Tesalia, -Ἰξίων- Ixión, se enamoró de Νεφέλη –Nefeli- una nube a la que Zeus había dotado con la imagen de Hera y, con ella engendró el monarca a los Centauros que, eran gente de duro carácter, aunque no todos. En cierta ocasión, habiendo sido invitados a la boda de Piritoo e Hipodamia –Piritoo también era hijo de Ixión, y lápita como él, pero de otra madre-, sucedió que los Centauros, que nunca habían probado el vino y desconocían el pernicioso efecto de su exceso, se volvieron locos; arremetieron contra el mobiliario e intentaron abusar de la novia y raptar a las invitadas. Su funesta locura provocó a los lápitas, que lucharon contra ellos hasta vencerlos, viéndose obligados los supervivientes a abandonar Tesalia. 

Algunas de las escenas narradas en las metopas del Partenón, son terriblemente dramáticas y reflejan con tremendo realismo una funesta lucha a muerte por ambas partes. 

A pesar de aquella tragedia provocada por el exceso de vino, no todos los Centauros eran bebedores agresivos, sino que alguno, como Quirón –Χείρων-, descrito en la Ilíada como el más justo, fue maestro de Aquiles, a quien enseñó a cazar y a luchar, y de Esculapio, al que enseñó Medicina y Cirugía. Neso –Νεσσος- en cambio, fue el causante de la terrible muerte de Herakles. 


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En el lado Oeste aparece La Amazonomaquia. Las Amazonas forman parte de una nación de mujeres guerreras que descienden de Ares, dios de la guerra, y de la Ninfa Harmonía. La tradición de su existencia probablemente tuvo origen en Esmirna. Sabemos que su reina, Pentesilea participó en la guerra de Troya, tras la muerte de Héctor, mandando su ejército femenino en apoyo de los troyanos contra los griegos. Aquiles terminaría por matarla a su vez.

Aparecen también en la historia de Hércules, que fue obligado a robar el cinturón de Hipólita, entonces reina de las guerreras, para completar el noveno de sus Trabajos. Herakles, iba acompañado por Teseo, quien secuestró a Antíope. Las Amazonas para liberarla marcharon sobre Atenas y acamparon en lo que después sería el Areópago. Teseo luchaba con Antíope a su lado, con la que, al parecer se había casado, pero una Amazona la abatió con una flecha. El enfrentamiento duró cuatro meses, y ante la falta de avances, el combate terminó en tablas y se puso fin a la guerra. 

Se incorporó la Amazonomaquia en las catorce metopas del lado Oeste del Partenón, exactamente bajo el frontón que representa la contienda entre Atenea y Poseidón por ganarse la protección de Atenas y, con ella el amor de los atenienses que, como sabemos, fue para Atenea, porque les ofreció el olivo, mucho más importante para ellos, que la corriente de agua salada que les regaló Poseidón

Cuando la ciudad, la Acrópolis y el Partenón estuvieron bajo dominio cristiano, estas metopas fueron prácticamente destrozadas, por lo que los fragmentos que quedaron, generalmente son difíciles de identificar, por ejemplo se distingue una figura que cabalga sobre otra caída en tierra, pero, por las razones dichas, es imposible saber cual de ellas es Amazona y cual soldado y no sólo eso, sino que casi sólo cabe imaginar que los fragmentos existentes sean con seguridad una Amazonomaquia.

Lado occidental del Partenón: Amazonomaquia.

El manto al viento de la figura a caballo en la metopa 1, indica velocidad, pero nadie sabe si el jinete es griego o amazona. En la nº. 2, parece ser amazona la que sostiene el escudo frente a un griego.

Metopa 3: Podría ser también una amazona la que mantiene al griego a los pies del caballo, lo mismo que representarían las metopas 5, 9 y 11, de donde podría deducirse que los griegos eran mejores luchando a pie, mientras que –al menos en este caso-, serían más fácilmente derrotados en los ataques a caballo.

La victoria griega sobre los persas proporcionó las condiciones para transformar el tema de la Amazonas, y convertirlo en una alegoría de su triunfo más reciente. Representarían las Amazonas a Jerjes invadiendo Grecia. Las Amazonomaquias, muy representadas en monumentos anteriores al Partenón, eran ya muy familiares y estaban cargadas de significado para los griegos cuando se contruyó el Templo. En todo caso y durante mucho tiempo, aquellas mujeres guerreras, parecen haber ejercido una cierta fascinación sobre ellos, a pesar de su implicación no amistosa; tal vez, porque los contrarios, en ocasiones sirven para engrandecer las características de lo propio y resaltar sus valores.

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Las metopas del lado Norte, la Destrucción de TroyaIliupersisἸλίου πέρσις; El Saqueo de Ilión-, representaban una historia continuada y dentro de un período de tiempo bien definido. Los dioses reunidos contemplan el amanecer representado por las cuadrigas de Helios, el Sol. Helena observa entristecida como Troya se consume en llamas mientras los héroes que han luchado en la batalla, la miran a ella.

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Para imaginar lo que sería la Gigantomaquia representada en el lado Este, hemos de recurrir a Hesíodo en su obra Teogonía, donde la describe de forma muy dramática.
Atenea paraliza al Gigante Alcioneo, sujetándole fuertemente por el pelo. Gigantomaquia del Gran Altar de Pérgamo, 180-175 a.C.

Después, de Gea y de Urano nacieron otros tres hijos, grandes, muy fuertes, horribles de nombrar: Coto, Briareo y Giges, raza soberbia. Y de esos hombros arrancaban cien manos indomables, y cada uno de ellos tenía cincuenta cabezas. Y su fuerza era inmensa, invencible, dada su gran talla. De todos los hijos nacidos de Gea y Urano, eran los más poderosos. Y desde el origen fueron odiosos a su padre. Y conforme nacían, uno tras de otro, los sepultó, privándolos de la luz, en las profundidades de la tierra. Y la gran Gea gemía, por su parte, llena de dolor. Luego, ella abrigó un designio malo y artificioso, con la ayuda de su hijo Cronos.

Y le escondió en una emboscada, y le puso en la mano la hoz de dientes cortantes, y le confió todo su designio. Y llegó el gran Urano, trayendo la noche, y se tendió sobre Gea por entero y con todas sus partes, lleno de un deseo de amor. Y fuera de la emboscada, su hijo le cogió la mano izquierda, y con la derecha asió la hoz horriblemente, inmensa, de dientes cortantes. Y cercenó rápidamente las partes genitales de su padre, y las arrojó detrás de sí. 

Gea recogió todas las gotas de sangre que manaron de la herida; y transcurridos los años, parió a las robustas Erinnias y a los grandes Gigantes y a las Ninfas que en la tierra inmensa son llamadas Melias. 

Y las partes que había cercenado, Cronos las arrojó desde la tierra firme al mar de olas agitadas. Flotaron mucho tiempo sobre el mar, y del despojo inmortal brotó blanca espuma, y de ella salió una joven. Y primero fue llevada ésta hacia la divina Citeres; y de allí, a Cypros la rodeada de olas. Abordó la tierra la bella y venerable Diosa, y la hierba crecía bajo sus pies encantadores. Y fue llamada Afrodita, la Diosa nacida de la espuma, y Citerea, porque abordó a Citeres; y Cyprigenia, porque arribó a Cypros la rodeada de olas, y Filomedea, porque había salido de las partes genitales.

Zeus. Gigantomaquia del Gran Altar de Pérgamo, 180-175 a.C.

La violenta costumbre continuó en la siguiente generación; cuando Cronos se unió a Rea, también diosa de la Tierra, siguió los pasos de su padre con respecto a sus propios hijos. Sólo el más joven de ellos, Zeus, se salvó de aquel destino gracias al engaño de su madre, Rea, que ofreció a su marido una piedra envuelta en pañales. Zeus logró rescatar a sus hermanos; Hera, Hades, Poseidón, Démeter y Hestia y todos juntos desafiaron a su padre Cronos y a los demás gigantes en una terrible lucha. 

Y Rea, subyugada por Cronos, parió una ilustre raza: Istia, Deméter, Here la de sandalias doradas y el poderoso Edes, y el retumbante Poseidón, y el sabio Zeus, padre de los Dioses y de los hombres. Pero el gran Cronos los tragaba a medida que desde el seno sagrado de su madre le caían en las rodillas. Y lo hacía así con el fin de que ninguno ente los ilustres Uranidas poseyese jamás el poder supremo. Y Rea estaba abrumada de un dolor grande. 

Pero, cuando iba a parir a Zeus, padre de los Dioses y de los hombres, suplicó a sus queridos padres, Gea y Urano estrellado, que le enseñasen los medios de que se valdrían para ocultar el alumbramiento de su querido hijo y para poder castigar los furores paternos contra los otros hijos a quienes Cronos había devorado. Y Gea y Urano atendieron a su hija bienamada y le revelaron cuáles serían los destinos del rey Cronos y de sus hijos magnánimos. 

Pelike de figuras rojas, 475 - 425 a.C.

Después, tras envolver entre mantillas una piedra con forma de recién nacido, Rea se la dio al gran príncipe Uranida, al antiguo rey de los dioses, y éste la cogió y se la echó al vientre.

¡Insensato! No preveía en su espíritu que, merced a esta piedra, sobreviviría su hijo invencible y en seguridad y domeñándole muy pronto con la fuerza de sus manos, le arrebataría su poderío y mandaría por sí solo en los inmortales. Y el vigor y los miembros robustos del joven rey crecían rápidamente y transcurrido un tiempo, embaucado por el consejo astuto de Gea, el sagaz Cronos devolvió toda su raza, vencido por los artificios y por la fuerza de su hijo. 

Y primero vomitó la piedra que se había tragado la última. Y Zeus libró de sus cadenas abrumadoras a sus tíos, los Uranidas, a quienes habían encadenado sus padres en un acceso de demencia. Y correspondieron ellos en este beneficio, y le dieron el trueno, y la blanca centella, y el relámpago, que hasta entonces había escondido la gran Gea en su seno. Y desde aquella sazón, confiado en sus armas, Zeus manda en los hombres y en los dioses.

Gigantomaquia. Ánfora de figuras rojas, 400- 390 a.C. Museo del Louvre

Las terribles escenas de la Gigantomaquia culminan, pues, con la victoria de los dioses más jóvenes, que se transformarán en las principales divinidades para los griegos. La diosa Atenea, que no había nacido, así como otros dioses que no tenían relación con el evento, aparecían, sin embargo, luchando junto a Zeus.

Sea como fuere, cuando se tallaron las metopas de este lado del Partenón, la técnica de artistas y escultores había evolucionado notablemente adaptándose a las condiciones del templo que debía servirles de marco –si no es al contrario–; la práctica halló su perfeccionamiento en la talla del Friso de las Panateneas


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